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20130813

Atentados marca Acme

Recuerdo perfectamente aquel día. Estaba acabando de comer mientras veía las noticias por TV. El informativo estaba a punto de finalizar. Eran cerca de las cuatro. De repente, ofrecieron una información de última hora. Al parecer, una "avioneta" se había estrellado contra las torres gemelas. Se veía la imagen de un enorme edificio con un agujero del que salía un humo negro y espeso. La escena tenía una puesta en escena un poco mortadelesca, por su espectacular exageración. Me quedé sorprendidísimo de que una "avioneta" se pudiera estrellar contra un emblema de Nueva York. No contra un puesto de hot-dogs, ni contra un almacén en Harlem, sino contra una de las torres gemelas. Estaba pasando algo raro. Pero el show arrojó nuevas sorpresas. Lo que se había estrellado contra la torre no era una "avioneta", sino un pedazo avión de pasajeros. Pero eso no era suficiente. En una auténtica pesadilla retransmitida en directo, otro avión se estrellaba al cabo de unos minutos contra la otra torre. Me había quedado estupefacto.

Recuerdo que estuve meditando sobre ello. A priori, era más que evidente que aquel show tenía gato encerrado. Pese a la tragedia global que retransmitían en directo, aquel espectáculo me recordaba irremediablemente los dibujos animados de la Warner Brothers, concretamente los burdos atentados del Coyote contra el Correcaminos. Estábamos sin duda ante un atentado marca Acme.
Todas las sospechas recaían, no sobre un enigmático gurú islámico escondido en una lejana cueva, sino directamente sobre la administración Bush. Recuerdo que la primera cosa que me sorprendió fue el hecho de que los aviones hubiesen estado en vuelo durante más de una hora sin que hubiese intervenido la Fuerza Aérea. El espacio aéreo del noreste de los EEUU debe tener un control milimétrico. Dudo mucho que pueda volar una mosca sin que nadie se entere. Un caza militar tiene el triple de velocidad que un avión comercial. Así pues, entendía que hubo un tiempo de respuesta más que holgado después de que los controladores aéreos detectaran que los cuatro aviones se desviaban de su ruta. Me parecían SENCILLAMENTE IMPOSIBLE que unos cuantos terroristas armados con cuters hubiesen podido secuestrar cuatro aviones durante una hora y media sin que hubiese reacción de ningún tipo.

Efectivamente, después se acabó comprobando que el sistema de defensa aereoespacial marca Acme fue inhabilitado el día anterior. Me restregué los ojos esperando que todo aquello no fuera más que una broma. Sospechaba que acabado el serial sonaría la alegre música de los Lonely Tunes y Buggs Bunny diría: "¡Esto es todo, amigos!". Los atentados marca Acme suelen ser así.
Mientras avanzaban los acontecimientos hice un diagnóstico de la situación valorando varios hechos. Nunca me he creido el rollo ese de que hay una yihad islámica en contra de los EEUU. Nunca. Es evidente que los americanos y los yihadistas habían hecho muy buenas migas luchando codo con codo en Afghanistán contra el invasor soviético. Y también es evidente que el terrorismo violento de la yihad sunita es un invento marca Acme. Se conocía además, tras los supuestos atentados contra las embajadas americanas en Kenia y Tanzania en 1998, que Bin Laden había sido agente de la CIA. La información siguiente fue sorprendente. La familia Bush tiene intereses en la industria del petróleo a través de una empresa llamada Arbusto Oil. Y sus negocios con muchos miembros del clan Bin Laden son sobradamente conocidos. Más motivos para la sospecha. Motivos que se acrecentaron cuando se supo que muchos de los miembros del clan saudí residentes en los EEUU fueron desalojados de territorio americano apenas horas después de los atentados. (Curioso) Para mi quedaba claro desde el principio que habían organizado el show para tener un pretexto con el que posteriormente justificar ante la opinión pública una invasión marca Acme, seguramente de Irak. Como efectivamente así fue.

Con el tiempo, los detalles escabrosos del show, por no llamarlo chapuza, comenzaron a salir en tromba. El pintoresco derrumbe de los edificios, por ejemplo. Todo apuntaba a una demolición controlada destinada a eliminar pruebas. O la increible póliza de seguros suscrita por Larry Silverstein, quien alquiló los dos edificios apenas unas semanas antes y los aseguró por una cantidad multimillonaria. Eso por no hablar del rídículo espantoso del supuesto avión estrellado contra el Pentágono. Hasta un niño de teta es capaz de deducir que un avión de ese tamaño no puede volar en horizontal a cinco metros del suelo porque las turbulencias se lo impedirían. Eso queda bien en los dibujos animados del Correcaminos, pero en la vida real no cuela. Y para finalizar, los terroristas, dando clases de avioneta... Sólo con ver "Aterriza como puedas" y contemplar el kilométrico panel de la cabina de un 757 uno ya se da cuenta de que eso no se puede pilotar con un carnet de avioneta.

El capítulo final de esta película lo vimos hace un par de años. Primero van y matan a un terrorista que debe llevar años muerto, si es que alguna vez existió. Lanzan su cadáver al mar para que no queden pruebas y al cabo de nada, el comando que se encargó de la "operación" fallece en su totalidad en un atentado talibán en Afghanistán. La cosa es que se creen que la opinión pública es imbécil. El autoatentado salió mal, es algo que hay que aceptar, tan mal como los que el Coyote hacía contra el Correcaminos, muy a pesar de los productos marca Acme.
¡¡Bin Laden, no huyas!!

El 11-S fue un complot urdido por Bush, Cheney, Rumsfeld, Rice y unos cuantos más, con más de 3.000 muertos, más los provocados después en la intervención en Irak y Afghanistan. Las evidencias son tantas que, pese a que destruyeron muchas pruebas, no cabe ninguna duda de su culpabilidad. Ante esto cabe hacerse unas pocas preguntas. ¿Por qué los medios de comunicación insisten en explicar patrañas marca Acme cuando todo el mundo sabe que son falsas? ¿Cómo es que sabido y conocido el curriculum delictivo de Jorgito aún no se ha expedido una orden de busca y captura contra él?

En este mundo nos hemos acostumbrado a tildar de tirano sólo a los dictadores piltrafillas del tercer mundo. Es hora de cambiar esa tendencia. Muchos líderes "democráticos" de Occidente, entre los que cabe sumar a José María Aznar, Blair y un larguísimo etcétera también son culpables de crímenes de guerra. El caso de Jorgito causa estupefacción porque todo el mundo sabe quien es y lo loco que está y sin embargo nadie hace nada para llevarlo a juicio. Nuestros líderes, "elegidos democráticamente" no se diferencian en nada de Saddam o Milosevic.
Son gente sin un ápice de compasión que no dudan en matar a quien sea con tal de obtener beneficios. Los ciudadanos occidentales giramos el rostro ante los desmanes de estos sinverguenzas porque sólo notamos una porción muy pequeña de su violencia. Hipócritamente, callamos, algo que acabaremos pagando cuando esos psicópatas dirigan su violencia directamente contra nosotros.

¡Bip-bip!