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20081230

El cuento de la navidad de Charles Dickens [versión freak]

Era un día gris y plomizo y Ebenezer Scrooge estaba un poco resfriado. Era Nochebuena y le tocaba guardia en el trabajo. "Tanto mejor", pensó. Era la excusa perfecta para ahorrarse la cena de navidad con su familia. Sólo de imaginarse al abuelo con un trozo de turrón de piedra enganchao en la dentadura postiza se le revolvía el estómago. Además, tenía mucho trabajo en casa traduciendo un tratado en alemán sobre tratamiento de aguas residuales, y limpiando la cocina, que la tenía muy guarra. ¿Por qué perder el tiempo en gilipolleces? Que le den pol saco a la Navidás, pensó. Seguro que es un invento de los grandes almacenes.

Pero ni por esas. Apenas se había sentado en su silla, unos niños muy pelmas comenzaron a cantar villancicos bajo su balcón, esperando que les arrojara gominolas, cacahuetes y, sobre todo, dinero en metálico. ¿Se puede imaginar semejante suplicio? Ebenezer, sin cortarse ni un pelo, les lanzó un cubo de meaos. ¿Por qué de meaos? Fácil: porque hay que racionar el agua, que hay poca y va cara. Ebenezer era ante todo un defensor del medio ambiente y no estaba dispuesto a derrochar recursos. El exceso de decibelios en el ambiente, con todas aquellas zambombas terroristas, le parecía no-sostenible; a decir verdad, insoportable. La noche estaba cayendo y el ayuntamiento le había colocado las luces de navidás justo delante del balcón, de modo que su habitación parecía Saturday Night Feber. Sólo faltaba Travolta pediéndole el aguinaldo.

Faltaban apenas dos horas para ir a trabajar y Ebenezer se sentía morir. El virus continuaba su labor implacable. Tenía el cuerpo como si le hubieran pegado una paliza y las fosas nasales atascadas por un moco que se había solidificado en el conducto que conecta la nariz con el cerebro. Llamó por teléfono y avisó que se encontraba indispuesto. Rápidamente se administró un efervescente, dos analgésicos y las correspondientes dosis de vitamina C. Y sin más demora se metió en la cama. Las luces continuaban su parpadeo y con 38 de fiebre comenzó a tener alucinaciones. Semicegado por las legañas contempló horrorizado que una cara de Bélmez rastafari se había dibujado en la pared. En medio del estroboscópico ambiente de las luces psicodélicas, el pobre Ebenezer comprobó que la jeta comenzaba a mover los labios:

-¿Quién eres? -balbució
-Soy Bob Marley.
-No puede ser -gimió Scrooge-. Estás muerto. Te fumaste toda una plantación de marihuana en una semana, que yo lo ví. Te hacías trallos de dos metros, cabrón. ¿Qué quieres?
-Ahora soy un fantasma -dijo Bob-. Vengo a enseñarte las navidades pasadas.
-¿Para qué? -se quejó Ebenezer-. Las navidades pasadas ya me las sé de memoria.
-Tengo algo que enseñarte. Ven.

El espectro le cogió de la mano y ambos salieron volando. Scrooge pensaba más en su resfriado que en el hecho irreal de estar volando con Bob Marley como si fuera Peter Pan. Curiosamente la fiebre había bajado y ya no sentía aquel calor tan extraño en el cuerpo. "Dabuti", pensó. Y esperó a ver adonde le llevaba el espectro rastafari. El destino fue un banco en un parque, donde curiosamente se estaba representando una escena de su pasado. Un Scrooge bastante más joven le estaba diciendo a una Carolina bastante más joven que tenía mucho curro para estar saliendo todas las tardes pa darse dos morreos y hablar de tonterías.

-A ver, nena, que mi tiempo es oro.

Y con eso se fue a la mierda una relación que, según Bob, era su última oportunidad de tener una esposa para formar una familia. Lo que no le dijo el muy cabrón es que Carolina con el tiempo había dejado de ser la dulce joven de la estampa, convirtiéndose en algo así como la madrastra maruja de Blancanieves. Con el látigo en la mano, enviaba al cornudo de su marido a comprar al Mercadona y sus hijos eran cocainómanos. Ebenezer bostezó y dijo:

-¿Puedo volver a mi discoteca, porfa?
-Si -atronó la voz de Bob, que se alejaba entre las nubes-. Pero no te duermas profundamente, que todavía tienen que venir dos fantasmas más.
-¡Joder, que peñazo! -se quejó Scrooge-. ¿No podrían venir los dos a la vez y no hacerme perder el tiempo?

De nuevo en su camastro, Ebenezer volvía a tener escalofríos y la fiebre había subido a 39. Fue a coger el termómetro y mientras las luces parpadeaban contempló la aparición del segundo espectro. Aquel era un fantasma muy fantasma. Ebenezer bostezó y pensó que, al menos, mientras iba en plan Peter Pan por el aire no notaba los efectos de la gripe.

-El fantasma de las navidades presentes, supongo -dijo.
-Ese soy yo -atronó-. Te voy a enseñar algo que hará que maldigas tu solitaria vida.

Juas!, pensó Scrooge. "Yo es que me parto". "Enga, enga, a ver que me enseña este fantasma". Tal como imaginaba fue a mostrarle como su familia al completo estaba cenando en un ambiente de paz, armonía y aerofagia. Allí estaban todos ellos, abocando sus hocicos sobre una carne rustida que se había semichamuscado en el horno por culpa de su madre, que había empinado el codo mientras preparaba los entrantes. Ebenezer bostezó de nuevo y le pidió al espectro, por favor, que le diera FWW al vídeo. Allí estaba: su tío Ambrosio con la pata de una gamba saliéndole de la nariz, Paquito, el niño repelente, haciendo chocar contra las piernas de los comensales su coche teledirigido, su cuñada potando alegremente, las dos viejas pellejas probándose ante el espejo el abrigo de visón que su primo Pascual le había regalado a su mujer, Adelita, para que le perdonara por ponerle los cuernos y el resto jugando a la gallinita ciega. Entretanto, la suegra de su hermano se había puesto a llorar a moco tendido recordando la operación de vesícula de su madre. El marido cabeceaba debido a una sobredosis de Soberano Osborne y el aliento de sus ronquidos se adhería al aceite del turrón de Jijona. Resumen: ni Dante ni Kafka habrían podido imaginar tanto terror. Era peor que el Armagedon.

Ebenezer pidió lacónicamente volver a su catre. Como sabía que tenía que venir otro fantasma se llevó el trabajo a la cama, al menos para ir aprovechando el tiempo. No pudo traducir ni dos lineas cuando ya tenía suspendido ante sus narices al tercer fantasma. Este iba disfrazado de Skeletor, por lo menos. Era evidente que pretendía asustarle. Scrooge bostezó y le tendió la mano. Evidentemente, se trataba del fantasma de las navidades futuras. El panorama que le mostró fue, obviamente, fúnebre. Ebenezer moría solo y sus pertenencias eran saqueadas y repartidas entre sus familiares, quienes además le criticaban por su vida austera y vegetariana.

Ebenezer bostezó de nuevo:

-Claro, fantasmón -dijo-: ¿Hacía falta que me mostraras algo que ya sé perfectamente que sucederá? Cuando esté muerto mis pertenencias me importarán un huevo. Y lo que digan de mí, todavía más. ¿Podemos pasar por una farmacia antes de volver?

20081225

The Verve - Lucky man

The Verve es un controvertido grupo que suscita tantas filias como fobias, pero en todo caso son autores de dos de mis temas favoritos de los últimos diez años. Después de refrescar al mundo con el soberbio Bittersweet Simphony, sacaron al mercado un segundo single de su álbum Urban Hyms (1997), llamado Lucky Man. Estupenda canción que habla de la fortuna y el amor.

Felicidad, más o menos. Eso es lo que siento. Es sólo un cambio en mí, algo de libertad. Mi felicidad es un barco de ida y vuelta sobre un río que fluye sin inmutarse. Y pese a mi fiebre creciente, no he perdido el norte. Sé donde estoy. No sé cuantas vueltas habré dado por las esquinas, ni cuantas veces habré olvidado todo el amor que habita en mi mente. Soy un hombre afortundado, con fuego en mis manos. La felicidad es algo que ha ocupado el lugar que le correspondía. Estoy aquí desnudo, sin sentir vergüenza, sin preguntarme quien eres y por qué estoy contigo. Espero que la gente lo entienda. Tengo el amor que nunca muere dentro de mi.  (Lucky man, adaptación libre)

Etiquetas: 1997 / Años 90's / Amor / Britpop / Reino Unido / Psicodelia


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20081220

Las cuatro edades de Internet


Internet es un fenómeno nuevo en nuestras vidas. En apenas diez años, la red se ha convertido en una poderosa arma de comunicación. Y así como la historia se divide en etapas (edad de piedra, edad de bronce, edad antigua, edad media, etc), los ususarios de Internet también hemos cubierto un periplo similar. Nuestra historia en la red también se compone de varias etapas. La primera fue...

LA EDAD DEL AMOR:
En los orígenes, Internet sólo tenía una finalidad: ligar, ligar y ligar. A veces ligabas de verdad y otras sólo ligabas un constipao. Erá mágico ver salir las letritas de colores y escribir jajajaja a la más mínima oportunidad. Luego salieron los emoticones que ya se reían por tí. Fue fantástico hasta que un día releíste una conversación y concluiste que aquello era intelectualmente intolerable. Y entonces llegó...

LA EDAD INTELECTUAL

En efecto. Había que conseguir material audiovisual en cantidades industriales. Tu nivel intelectual era cada vez más grande y te exigía tener más y más obras imprescindibles. Discos, películas, e-books, fotos, gifs y hasta películas de Jean Claude Van Damme grabadas en directo en el cine. Si no se descargaba aquella copia descatalogada del disco que Ramoncín grabó en el water con un pepino atascado en el recto tu vida se podía considerar un fracaso. Había que conseguir un montón de películas míticas, icónicas y de culto. Y sobre todo, había que rentabilizar los 40 euracos de la conexión ADSL, que somos tontos pero no imbéciles. Un día el ordenador reventó; la mierda salía desbordada por sus ranuras y comenzó...

LA EDAD DE HIERRO
En efecto, de repente descubriste que había un montón de capullos en Internet opinando de cosas de las que no tenían ni puta idea. Fuiste al desván a sacar el espadón del abuelo y empezaste a repartir a diestro y siniestro. Te sentías como un mosquetero, fustigando con tu ironía a todos aquellos capullos. ¿Qué Catalina de Rusia se desmaquillaba con mantequilla? ¡¡Pero que dices!! ¿Has leido los libros herméticos de Rasputin? ... Habías llegado a los foros de Internet, un campo de batalla donde todas las intervenciones comenzaban por JUOS! Pero un día, sin saber por qué, todo lo que opinaban aquellos capullos te dejó de intersar y descubriste que podías opinar sin enfrentarte a nadie, y ahí nació la...

LA EDAD DE LA CROQUETA

Efectivamente. Tú mismo escogiste la carne y los ingredientes, decidiste envolverlos en una mínima capa de harina y montaste tu propio blog. Era una forma autista de plantear un foro y durante mucho tiempo muy poca gente te comentaba nada. Pero seguiste adelante. Comenzó a aparecer gente maravillosa, a veces muy maravillosa. Sus comentarios eran para tí como el nirvana. Vivías un sueño happista del que no podías ni querías salir, rodeado de apetitosas croquetas. Nunca te podías haber imaginado que una croqueta pudiera ser tan apetitosa, pero un mundo mágico se había abierto en tu mente. Por fin le habías encontrado una utilidad a Internet.

20081205

Pitbulls, mormones y violaciones

Nuestro pasado es a veces una losa terrible. Por más que tratemos de ocultarlo, siempre hay alguien dispuesto a despojarlo de su máscara. Nunca hay una vida nueva. Nuestra historia es una larga cadena que por más eslabones trabados que tenga en su trama, siempre acaba surgiendo a la superficie. Eso es justamente lo que le ocurrió a Bernann McKinney, una mujer americana que se hizo momentáneamente famosa después de la clonación de un pitbul. Gracias a la ingeniería genética consiguió salir en la prensa durante unos días acariciando a los cachorros fotocopiados de su fallecida mascota.
El pitbul es el de la izquierda, aviso.

Esta súbita aparición en los medios, lejos de provocar la admiración del público por la clonación de perritos, fue el inicio de una labor de investigación. El diario británico Daily Mail descubrió que el verdadero nombre de la señora era Joyce McKinney y que estaba relacionada con un escabroso suceso ocurrido en 1978. 

Hace treinta años, la señora McKinney secuestró a punta de pistola a un mormón en el Reino Unido. Después de atontarlo con cloroformo para que estuviera más cerca de Dios, se lo llevó a una segunda residencia perdida en las montañas, lo maniató y allí le obligó a tener relaciones sexuales con ella durante días.
Al brother Anderson se le pasaron las ganas de comer tarros a domicilio

Los malvados periodistas del Daily Mail descubrieron que la antigua ganadora de concursos de belleza Joyce McKinney había sido detenida después de que el misionero mormón Kirk Anderson escapara de su cautiverio. Apenas unos meses después fue puesta en libertad por problemas psiquiátricos. Se desplazó a los Estados Unidos disfrazada de mimo y allí continuó acosando al brother Anderson, quien abandonó los mormones y se fue de mercenario a la guerra de Afghanistán.

20081202

Diseccionando a Chiquito

Los humoristas que vemos por la tele tienen rasgos bastante definidos. Buenafuente es el típico monologista a la americana que analiza hechos de la vida cotidiana en clave de humor. Cruz y Raya es un humor estratégicamente planificado. Los Morancos se adueñan del humor más facilón del sur de España y Muchachada Nui son el cliché del humor más jovuno. Y después está... Chiquito de la Calzada!!

Chiquito is different
... Puede gustar más o menos, pero en ningún caso deja indiferente a nadie. Personalmente lo considero un genio, capaz de calar en el subsconciente colectivo con un humor completamente absurdo. Para empezar, sus chistes son más viejos que mi abuela y los conoce todo el mundo. Sin embargo, él consigue dotarlos de un nuevo formato con sello personal. Los adorna, redecora y recrea con todo un atrezzo plagado de referencias ignotas al farwest televisivo más cutre.

Ese caballo que viene de Bonanza!!
 
En efecto. Hay que ser un auténtico genio para explicar un chiste más que sabido y acompañarlo de una coreografía con giros de pantorrilla, relinchos de caballo e interjecciones absurdas como...
 Jorl!!!

¿Qué quiere decir JOrl!!? ¿Alguien se ha parado a analizar por qué la sola mención de una palabra tan absurda como condemorl consigue hacer reir? Yo como no tengo otra cosa que hacer, he analizado en profundidad la palabra jorl!! y hoy voy a hacer público mi estudio. Para mí, lo que este genio hace es colarnos por lo bajini el complejo de torpeza que a una inmensa mayoría de los ibéricos nos produce la lengua inglesa. La jerga británica nos produce indefensión por la dificultad, a la vez que la encontramos sumamente cómica. Chiquito dota con ese sonido hueco tan propio de la pronunciación anglosajona una palabra de su invención. La multiplicidad de vocablos que adorna con acabados en 'rl', imposibles en las lenguas latinas, son una burla soterrada del inglés.
 
Por si fuera poco, esta eminencia salida de un tablao flamenco, ha conseguido calar en el lenguaje de la calle con expresiones como "pecadorl de la pradera" y, sobre todo con "ese pedazo de...", de utilización diaria. Eso solo lo consiguen los superdotados.