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20160316

La aberrante historia de Manolete

Ayer estuve viendo la película sobre Manolete del 2007, dirigida por el danés Menno Meyjes e interpretada por Adrien Brody. Es una película meramente aceptable si la desvinculamos de su temática y del derroche de cursilería romántica que la impregna. Lo primero que cabe constatar es el extraordinario parecido del actor francés con el torero Manuel Rodriguez, Manolete. La caracterización del personaje no sé si se ajusta a la realidad, pero es posible que el diestro fuera un personaje de esas características. El film retrata a un sujeto perseguido por la fatalidad, inocente en lances de amor e inexperto en cosas de mujeres. Refleja bastante bien lo que era la cosa esa de los toros hace 70 años. El pueblo simpatizaba con uno u otro torero en función de una serie de factores, del todo subjetivos, entre los que se contaban sus asuntos amorosos, sus adscripciones políticas y sus gestos de cara a la galería. Tragedia, sangre, pasión e incultura se fundían en una trama donde el torero se comprometía al cien por cien con su destino gladiadoresco. La frase con la que comienza el film hiela la sangre: "El público es la peor bestia; cuanto más te quiere, más te exige".

El diagnóstico es claro: Manolete era un proletario elevado sobre las masas, las cuales le pedían demostraciones de huevismo cada vez más exacerbadas, como cataplasma escénico de una posguerra atroz. Su muerte se produjo por una herida de asta que le perforó la femoral, similar a la de José Tomás en México. Hoy en día podemos considerarla una muerte inútil. Las imágenes del film son elocuentes al respecto. El torero fue llevado a la enfermería de la plaza, donde sólo habían vendas y gasas. El médico no tenía ni idea de qué hacer en un caso así, mientras el accidentado se desangraba lentamente. Todos a su alrededor fumaban cigarrillos (!) de forma compulsiva, sin saber que hacer. Al final deciden llevarlo en camilla hasta un hospital cercano, mientras su apoderado llama a Madrid para contactar con su médico personal. Pero no hay nada que hacer.
...Pese a que Manolete le daba a eso del catolicismo gore cañí como el que más...

Sorprende que el heroísmo y la leyenda se acaben dibujando por una simple discapacidad clínica. La muerte en este caso glorificó a un personaje opaco. Es por eso que en la actualidad el toreo va de capa caída. Ya no hay gestas memorables ni heroísmos posibles. Los protocolos clínicos y las técnicas quirúrgicas han acabado con los mitos. Y el fútbol ha hecho todo lo demás.

El guión tiene varios detalles que no vienen si no a reflejar la dependencia del gladiador con su oficio. Manolete conoce a una extraña mujer de quien acaba dependiendo emocionalmente, debido a su inexperiencia sexual. Lupe Sino, una oscura y desconocida actriz acaba convirtiéndose en la persona más cercana al torero. Ella no ve con buenos ojos que su "novio" se la esté jugando cada fin de semana y en un momento dado le pide que abandone. La respuesta de Brody/Manolete es: "¿Qué será de mi si me jubilo?" Historia o guión, la frase no puede ser más acertada porque, de hecho, los toreros sólo sirven para torear, es decir, no sirven para nada. Pero lo mejor de la película es esto:

Esta toma significa que la acción se acaba de trasladar a Madrid. Y como no debían tener una bandera auténtica con el buitre de San Juan, ¡zas! meten una donde se ve claramente el parche ahí en medio. Con lo fácil que era ponerse en contacto con el PP, que seguro que tienen unas cuantas en el fondo del armario.

Sobre la susodicha actriz, interpretada por doña Rimmel Desgarrado, la historiografía taurina ha sido cruel y despiadada. Hace unos años, la señora Francis escribió un libro donde Lupe Sino quedaba a la altura de las alpargatas. Decía de ella que "tenía muchas corridas en la espalda" e incluso llegaba a insinuar que gracias a Manolete todas sus hermanas pudieron dejar el meublé donde trabajaban. El entorno del torero tampoco fue en su tiempo demasiado benévolo con esta mujer. Todos ellos la llamaban despectivamente "La Serpiente", temerosos de perder su influencia sobre Manolete. Al parecer el torero tenía un sinfín de gorrones subidos a su espalda, comenzando por su propia familia.

Carátula de una apasionante pinícula interpretada por la churri del mushasho...

Nadie vio con buenos ojos que aquella misteriosa mujer se interpusiera entre ellos y su fuente de financiación. Ejerciese o no la prostitución, fuese o no una buscona, el mundo taurino demostró en su día su caracter misógino. Los medios taurinos afirman que Manolete y Lupe permanecieron en México durante bastante tiempo y que fue allí donde ella le introdujo en la cocaína. Muchos la llaman "la arpía" y la culpan de la decadencia y muerte del "legendario" torero.

Lo que queda claro es que la tauromaquia, desprovista de su santoral de "héroes" y "mártires" escribirá su epitafio más tarde o más temprano.