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20130131

Freud y el dinero

Estar "podrido de dinero" es algo más que una expresión

Cuando Freud reveló al mundo la existencia del subconsciente abrió la caja de Pandora. Sus teorías están en continua revisión, pero nadie se atrevería a cuestionar el psicoanálisis. Nuestro subsconsciente gobierna gran parte de nuestra cultura. Tanto es así, que Edward Bernays, el sobrino americano de Freud, vio una buena oportunidad de manipular la mente de las masas aplicando las teorías de su tío. La gente es estúpida y sólo sirve para consumir y votar.... Es decir, lo que debería haber sido un sistema de análisis de la neurosis acabó siendo un sistema para sorber cerebros.

Dueño de una gran inteligencia, Freud no estaba especialmente dotado para asuntos de dinero. Como todo ser inteligente, consideraba el dinero una cosa superflua que solo sirve para comer y vivir. Estar todo el día pendiente del dinero es cosa de gente vulgar y mediocre. De hecho, Freud se salvó de la ruína gracias a su sobrino americano, quien popularizó sus obras en EEUU en los años 20. En ese momento, comenzó la cultura de consumo masivo que conocemos hoy en día. Grandes almacenes, cultura fashion, publicidad dirigida a la vanidad, la superficialidad y el subsconsciente. Edward Bernays, el sobrino americano de Freud, convirtió las teorías de su tío en basura dirigida al consumo, tal como se narra en "El siglo del Yo", una genial serie de documentales que demuestran que el capitalismo es un sistema enfermo.

El capitalismo es un sistema basado en la ganancia. La ganancia über alles. Es decir, si un enfermo mental tiene una empresa de raticidas, es una desgracia que no haya ratas, Por tanto, para que su empresa funcione necesita que haya una plaga. Si una empresa farmacéutica quiere vender pastillitas, no dudará en crear una epidemia con tal de vender el producto. O se inventará una enfermedad inexistente. Si un fabricante de helicópteros de combate necesita una guerra, presionará a su gobierno para que busque un enemigo. Si un tipo descubre un sistema para que las medias de mujer no se rompan, le compran la patente y la encierran en una caja fuerte en Suíza. La única meta es ganar dinero como sea.

El capitalismo, por tanto, es un sistema de enfermos del culo. No hay más que leer la biografía de Nikola Tesla para entenderlo. Un magnífico inventor esboza patentes y teorías para que la humanidad viva en la abundancia y viene una multinacional y le roba las patentes para que no salgan a la luz. Cualquier persona psicológicamente normal, con un boleto de lotería premiado, aprovecharía la ocasión para vivir el resto de sus días sin otra ambición que no pegar golpe. En cambio, los enfermos del culo que manejan las finanzas mundiales actúan bajo otra lógica. A ver. Yo soy un tío de esos, como don Amancio. Le pago 1.5 dólares/día a una costurera china para que se pase 12 horas dándole a la máquina de coser. Mi fortuna es ya de 16.000 millones. Vamos, que me podría pasar tres siglos tumbado en una hamaca sin preocuparme de nada. Pero no: yo soy un puto enfermo, nunca tengo bastante. La revista Forbes me llama CEO, por no llamarme puto del culo. A mi me importa una mierda el sufrimiento de los demás porque, aparte de tener el esfinter apretao, soy un psicópata. Ya no me bastan los millones que tengo en mis paraísos fiscales. Necesito más y más. Mi vanidad y mi psicopatía me empujan a comprar países a precio de saldo. Soy compulsivo; nunca tengo suficiente. Si hay que bombardear países para engordar mi cuenta corriente, lo hago. Mi próximo objetivo, aparte de comprar a precio de saldo bienes públicos de países endeudados, es dominar el mercado de los pistachos. Me aburro, lo tengo que reconocer. Podría jugar a la petanca, pero prefiero dominar al personal.

Curiosamente, esa enfermedad mental llamada capitalismo fue genialmente resumida por el tío Sigmund con una simple frase: "En la irresistible compulsión por acumular riquezas sólo late el impulso de un niño jugando con su propia mierda".

La relación entre acumular dinero y estar lleno de mierda por dentro son inacabables: "Freud adelanta, en paralelo con estos fenómenos en la psicología individual, la relación profunda que existe entre la erogeneidad fuertemente marcada de la zona anal en la infancia y un rasgo de carácter que se desarrolla más tarde, la avaricia. Los individuos que son particularmente ordenados, ahorradores y tercos muestran, cuando se realiza la investigación analítica de su primera infancia, que formaban parte de esos bebés “que se resisten a vaciar sus intestinos porque obtienen de la defecación un cierto placer”, a los cuales, algunos años más tarde, “el retener sus deposiciones les procuraba placer” y que recuerdan haber hecho en su infancia “cosas poco convenientes con las materias fecales diariamente exigidas”. Entre complejos aparentemente tan diferentes como la defecación y el interés por el dinero parecen existir relaciones muy abundantes. [cita]

NOTA: Este artículo no tiene como finalidad fomentar las "bondades" de la pobreza. Es legítimo que una persona obtenga un nivel de ingresos suficientes para la supervivencia de él y de su familia. Lo que no es legítimo es que amase una fortuna de 50.000 millones de dólares y condicione los asuntos públicos. Las ganancias privadas y la posibilidad de determinar el rumbo de la política deben tener un límite.